Era el numen solar, principal
deidad de los mexica; llevaba una
serpiente de fuego, Xiucóatl (¿laser?) como arma y su color era azul (como
muchos otros dioses ¿o extraterrestres de “sangre azul”?).Para revitalizarlo se
realizaban las guerras floridas, que se hacían con el único objetivo de
capturar prisioneros que se sacrificaban en su honor.
El Códex Florentinus que contiene
la Historia general de las cosas de la Nueva España es una recopilación de
textos del siglo XVI escrito en náhuatl, narra el siguiente relato del
nacimiento de Huitzilopochtli:
“NACIMIENTO DE HUITZILOPOCHTLI”
(…) En Coatepec (Cerro de la
Serpiente), por el rumbo de Tula, había estado viviendo, allí habitaba una
mujer de nombre Coatlicue. Era madre de los Cuatrocientos surianos (del Sur) y
de una hermana de estos de nombre Coyolxauhqui.
Y esta Coatlicue allí hacía
penitencia, barría tenía a su cargo el barrer, así hacía penitencia, en
Coatepec, la Montaña de la Serpiente, y una vez, cuando barría Coatlicue, sobre
ella bajo un plumaje, como una bola de plumas finas en seguida lo recogió
Coatlicue, lo colocó en su seno.
Cuando termino de barrer, buscó
la pluma, que había colocado en su seno, pero nada vio allí.
En ese momento Coatlicue quedó
encinta. Al ver los cuatrocientos surianos que su madre estaba en cinta, mucho
se enojaron, dijeron: “¿Quién le ha hecho esto? ¿Quién la dejó encinta? Nos
afrenta, nos deshonra”. Y su hermana Coyolxauhqui les dijo: “Hermanos, ella no
ha deshonrado, hemos de matar a nuestra madre, la perversa que se encuentra ya
encinta. ¿Quién le hizo lo que lleva en el seno?”
Cuando supo esto Coatlicue, mucho
se espantó, mucho se entristeció. Pero su hijo Huitzilopochtli, que estaba en
su seno, le confortaba, le decía: “No temas yo sé lo que tengo que hacer”.
Y cuando finalmente estuvieron de
acuerdo, estuvieron resueltos los 400 surianos a matar, a acabar con su madre,
luego se pusieron en movimiento, los guiaba Coyolxauhqui. Iban bien
robustecidos, ataviados, guarnecidos para la guerra…
Luego se pusieron en movimiento,
iban en orden, en fila, en ordenado escuadrón los guiaba Coyolxauhqui.
En ese momento nació
Huitzilopochtli, se vistió sus atavíos, su escudo de plumas de águila, sus
dardos, su lanzadardos azul, el llamado lanza dardos de turquesa, se pintó su
rostro… Y uno de sus pies, el izquierdo, era enjuto, llevaba una sandalia
cubierta de plumas…
Huitzilopochtli, dios azteca del
Sol Códice telleriano-Remensis
Y el llamado Tochancalqui, puso
fuego a la serpiente hecha de teas llamada Xiucoatl (¿un arma de alta
tecnología extraterrestre?), que obedecía a Huitzilopochtli. Luego con ella
hirió a Coyolxauhqui, le cortó la cabeza, la cual vino a quedar abandonada en
la ladera de Coatepec, montaña de la serpiente. Otra versión dice que:
Huitzilopochtli tomó la cabeza de su hermana y la arrojó al cielo, con lo que
se convirtió en la Luna, siendo Huitzilopochtli el Sol.
El cuerpo de Coyolxauhqui fue
rodando hacia abajo, cayó hecho pedazos, por diversas partes cayeron sus manos,
sus piernas, su cuerpo. Entonces Huitzilopochtli se irguió, persiguió a los 400
surianos los fue acosando, los hizo dispersarse desde la cumbre de Coatepec, la
montaña de la culebra.
En vano trataban de hacer algo
contra él, al son de los cascabeles y hacían golpear sus escudos. Pero ellos
mucho le rogaban, le decían: “¡Basta ya!”. Pero Huitzilopochtli no se contentó
con eso, con fuerza se ensañaba contra ellos. Los perseguía. Solo unos cuantos
se pudieron escapar de su presencia pudieron liberarse de sus manos. Se
dirigieron hacia el sur, porque se dirigieron hacia el sur se llaman 400
surianos.
Y cuando Huitzilopochtli le hubo
dado muerte, cuando hubo dado salida a su ira, les quito sus atavíos, sus
adornos, su anuecúyotl, se los puso, se los apropió los incorporó a su destino
hizo de ellas sus propias insignias.
A Huitzilopochtli se le ofrecían
sacrificios humanos: cautivos de habla náhuatl tomados en combate, al parecer
esta concepción se debió al poderoso Tlacaélel, quien además instituyó la
costumbre de las “guerras floridas” a fin de que Huitzilopochtli pudiera
disponer de cautivos de habla náhuatl.
El propósito de los sacrificios a
Huitzilopochtli era darle vigor para que pudiera subsistir en su batalla
diaria, y lograr así que el sol volviera a salir en el siguiente ciclo de 52
años.