miércoles, 21 de octubre de 2015

Huitchilopochtli


Era el numen solar, principal deidad de los mexica;  llevaba una serpiente de fuego, Xiucóatl (¿laser?) como arma y su color era azul (como muchos otros dioses ¿o extraterrestres de “sangre azul”?).Para revitalizarlo se realizaban las guerras floridas, que se hacían con el único objetivo de capturar prisioneros que se sacrificaban en su honor.


El Códex Florentinus que contiene la Historia general de las cosas de la Nueva España es una recopilación de textos del siglo XVI escrito en náhuatl, narra el siguiente relato del nacimiento de Huitzilopochtli:

“NACIMIENTO DE HUITZILOPOCHTLI”

(…) En Coatepec (Cerro de la Serpiente), por el rumbo de Tula, había estado viviendo, allí habitaba una mujer de nombre Coatlicue. Era madre de los Cuatrocientos surianos (del Sur) y de una hermana de estos de nombre Coyolxauhqui.

Y esta Coatlicue allí hacía penitencia, barría tenía a su cargo el barrer, así hacía penitencia, en Coatepec, la Montaña de la Serpiente, y una vez, cuando barría Coatlicue, sobre ella bajo un plumaje, como una bola de plumas finas en seguida lo recogió Coatlicue, lo colocó en su seno.

Cuando termino de barrer, buscó la pluma, que había colocado en su seno, pero nada vio allí.

En ese momento Coatlicue quedó encinta. Al ver los cuatrocientos surianos que su madre estaba en cinta, mucho se enojaron, dijeron: “¿Quién le ha hecho esto? ¿Quién la dejó encinta? Nos afrenta, nos deshonra”. Y su hermana Coyolxauhqui les dijo: “Hermanos, ella no ha deshonrado, hemos de matar a nuestra madre, la perversa que se encuentra ya encinta. ¿Quién le hizo lo que lleva en el seno?”
Cuando supo esto Coatlicue, mucho se espantó, mucho se entristeció. Pero su hijo Huitzilopochtli, que estaba en su seno, le confortaba, le decía: “No temas yo sé lo que tengo que hacer”.

Y cuando finalmente estuvieron de acuerdo, estuvieron resueltos los 400 surianos a matar, a acabar con su madre, luego se pusieron en movimiento, los guiaba Coyolxauhqui. Iban bien robustecidos, ataviados, guarnecidos para la guerra…

Luego se pusieron en movimiento, iban en orden, en fila, en ordenado escuadrón los guiaba Coyolxauhqui.

En ese momento nació Huitzilopochtli, se vistió sus atavíos, su escudo de plumas de águila, sus dardos, su lanzadardos azul, el llamado lanza dardos de turquesa, se pintó su rostro… Y uno de sus pies, el izquierdo, era enjuto, llevaba una sandalia cubierta de plumas…


Huitzilopochtli, dios azteca del Sol Códice telleriano-Remensis

Y el llamado Tochancalqui, puso fuego a la serpiente hecha de teas llamada Xiucoatl (¿un arma de alta tecnología extraterrestre?), que obedecía a Huitzilopochtli. Luego con ella hirió a Coyolxauhqui, le cortó la cabeza, la cual vino a quedar abandonada en la ladera de Coatepec, montaña de la serpiente. Otra versión dice que: Huitzilopochtli tomó la cabeza de su hermana y la arrojó al cielo, con lo que se convirtió en la Luna, siendo Huitzilopochtli el Sol.

El cuerpo de Coyolxauhqui fue rodando hacia abajo, cayó hecho pedazos, por diversas partes cayeron sus manos, sus piernas, su cuerpo. Entonces Huitzilopochtli se irguió, persiguió a los 400 surianos los fue acosando, los hizo dispersarse desde la cumbre de Coatepec, la montaña de la culebra.


En vano trataban de hacer algo contra él, al son de los cascabeles y hacían golpear sus escudos. Pero ellos mucho le rogaban, le decían: “¡Basta ya!”. Pero Huitzilopochtli no se contentó con eso, con fuerza se ensañaba contra ellos. Los perseguía. Solo unos cuantos se pudieron escapar de su presencia pudieron liberarse de sus manos. Se dirigieron hacia el sur, porque se dirigieron hacia el sur se llaman 400 surianos.

Y cuando Huitzilopochtli le hubo dado muerte, cuando hubo dado salida a su ira, les quito sus atavíos, sus adornos, su anuecúyotl, se los puso, se los apropió los incorporó a su destino hizo de ellas sus propias insignias.

A Huitzilopochtli se le ofrecían sacrificios humanos: cautivos de habla náhuatl tomados en combate, al parecer esta concepción se debió al poderoso Tlacaélel, quien además instituyó la costumbre de las “guerras floridas” a fin de que Huitzilopochtli pudiera disponer de cautivos de habla náhuatl.


El propósito de los sacrificios a Huitzilopochtli era darle vigor para que pudiera subsistir en su batalla diaria, y lograr así que el sol volviera a salir en el siguiente ciclo de 52 años.