La palabra tzompantli deriva del idioma nahuatl y significa
“muro, hilera o bandera de cabezas”.
Este basamento era construido por algunas culturas indígenas
del antiguo México, con la base decorada con cráneos tallados en piedra y
estacas de madera en la zona superior para ensartar las cabezas de enemigos o
criminales.
La principal función del tzompantli era la de colocar la
cabeza aun con la piel facial de los ejecutados y siempre era construido en
algún sitio donde pudiera ser visible por mucha gente para que sirviera como
una advertencia a los posibles criminales y rebeldes que ostentaran desobedecer
a las autoridades de la época.
Las víctimas destinadas a ser exhibidas en un tzompantli regularmente
eran enemigos políticos de otros pueblos o criminales y delincuentes
indeseables para la sociedad de la época.
El uso de la cabeza como elemento de exhibición pública era
muy importante y extendido en Mesoamérica, en los llamados tzompantli, pero
llama la atención el uso similar que se le dio entre algunos pueblos asiáticos,
las “torres de cabezas”, principalmente entre los descendientes de los mongoles
y turcos.
La exhibición de las cabezas de los enemigos o incluso las
de los ajusticiados por diversas causas ha sido una práctica bastante común
entre muchos pueblos del mundo.
También podemos comparar la práctica del tzompantli con la
práctica de la crucifixión realizada en el antiguo imperio romano; ambas
practicas tenían la intención de servir como advertencia y para castigar,
exhibir y ridiculizar a los criminales indeseables.
El tzompantli también funciono como un monumento dedicado al
señor de los muertos Mictlantecuhtli por tal motivo los supersticiosos frailes
europeos consideraron a esa estructura de cráneos como una obra del
"Demonio".
IMAGEN:
Recreación moderna de un tzompantli realizada en el Zócalo
de la ciudad de México.
A: Mictlan Tecuhtli
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